¿HAY ALGÚN ERROR EN LA BIBLIA?
La
mayoría de los libros de teología sistemática no han incluido un capítulo
separado sobre la inerrancia de la Biblia. Por lo general se ha tratado el tema
bajo el encabezamiento de autoridad de la Biblia, o no se ha considerado
necesaria una explicación adicional.
Sin
embargo, la cuestión de la inerrancia es de tal pre ocupación en el mundo
evangélico de hoy que amerita un capítulo separado a continuación de nuestra
consideración de la autoridad de la Palabra de Dios.
EXPLICACIÓN Y BASE BÍBLICA
A. SIGNIFICADO DE LA INERRANCIA
No
vamos a repetir aquí los argumentos respecto a la autoridad de la Biblia que se
dieron en el capítulo 4. Allí se indicó que todas las palabras de la Biblia son
palabras de Dios, y por consiguiente no creer o desobedecer alguna palabra de
la Biblia es no creer o desobedecer a Dios. Se explicó además que la Biblia
claramente enseña que Dios no puede mentir ni hablar falsedades (2ª S 7: 28;
Tit 1: 2; Heb 6: 18).
Por
consiguiente, se afirmó que todas las palabras de la Biblia son completamente
verdaderas y sin error en ninguna parte (Nm 23: 19; Sal 12: 6; 119: 89,96; Pr
30: 5; Mt 24: 35). Las palabras de Dios son, de hecho, la suprema norma de
verdad Gn 17: 17).
Especialmente
relevante en este punto son los pasajes bíblicos que indican la total veracidad
y confiabilidad de las palabras de Dios. «Las palabras del Señor son puras
plata refinada en un horno en el suelo, purificada siete veces» (Sal
12:6, traducción del autor), indican la absoluta confiabilidad y pureza de la
Biblia.
De
modo similar, «Toda palabra de Dios es
digna de crédito; Dios protege a los que en él buscan refugio» (Pr
30:5), indican la veracidad de toda palabra que Dios ha dicho. Aunque el error
o al menos falsedad parcial puede caracterizar el habla de todo ser humano, el
habla de Dios se caracteriza por jamás ser falsa y jamás comete errores, ni
siquiera cuando habla por medio de seres humanos pecadores: «Dios no es un
simple mortal para mentir y cambiar de parecer» (Nm 23: 19) fue dicho por el
pecador Balaam específicamente en cuanto a las palabras proféticas que Dios
había hablado mediante sus propios labios.
Con
evidencia como está ahora estamos en posición de definir la inerrancia bíblica:
La inerrancia de la Biblia significa que la Biblia
en los manuscritos originales no afirma nada que sea contrario a la verdad.
Esta
definición enfoca la cuestión de la veracidad y falsedad del lenguaje de la
Biblia. La definición en términos sencillos simplemente quiere decir que la Biblia siempre dice la verdad y que siempre dice la verdad respecto a todo de lo que habla.
Esta
definición no quiere decir que la Biblia nos dice todo lo que se pudiera saber
en cuanto a cualquier tema, pero sí afirma que lo que dice en cuanto a
cualquier tema es verdad.
Es
importante darse cuenta desde el principio de esta consideración que el enfoque
de esta controversia recae sobre la cuestión de veracidad al expresarse. Hay
que reconocer que la veracidad absoluta en lo que se dice es congruente con
otros tipos de afirmaciones, tales como los siguientes:
1. LA BIBLIA PUEDE SER INERRANTE Y CON TODO HABLAR EN EL LENGUAJE
ORDINARIO DEL HABLA DE TODOS LOS DÍAS.
Esto
es especialmente cierto en las descripciones «científicas» o «históricas» de
hechos o acontecimientos. La Biblia puede hablar de que el sol se levanta y la
lluvia cae porque desde la perspectiva del que habla eso es exactamente lo que
sucede.
Desde
el punto de vista de un observador parado en el sol (si eso fuera posible) o de
algún punto hipotético «fijo» en el espacio, la tierra gira y hace que el sol
entre en el campo visual, y la lluvia no cae hacia abajo sino hacia arriba u
horizontalmente, o en cualquier dirección necesaria para que la gravedad la
atraiga hacia la superficie de la tierra.
Pero
tales explicaciones son irremediablemente pedantes y harían imposible la
comunicación ordinaria. Desde el punto de vista del que habla, el sol en efecto se levanta y la lluvia en efecto cae, y estas son
descripciones perfectamente verdaderas de los fenómenos naturales que observa
el que habla.
Una
consideración similar se aplica a números cuando se usan para medidas o conteo.
Un reportero puede decir que unos 8.000 hombres murieron en cierta batalla sin
querer implicar con eso que los contó uno por uno y que no eran 7.999 ni 8.001
soldados muertos. Si murieron en números redondos unos 8.000, por supuesto que
sería falso decir que murieron 16.000, pero no sería falso en la mayoría de los
contextos que un reportero diga que murieron 8.000 hombres cuando en realidad
los que murieron fueron 7823 u 8242; los límites de veracidad dependerían del
grado de precisión que implica el que habla y que sus oyentes originales
esperan.
Esto
es también cierto en cuanto a medidas. Si digo: «No vivo lejos de mi oficina»,
o «Vivo como a dos kilómetros de mi oficina», o «Vivo a un poco más de dos
kilómetros de mi oficina», o «Vivo a 2,45 kilómetros de mi oficina», las cuatro
afirmaciones son aproximaciones con cierto grado de precisión.
Un
mayor grado de precisión se podría obtener con instrumentos científicos más
precisos, pero incluso eso sería aproximación a cierto grado de precisión. Así
que las medidas también, a fin de que sean verdad, deben conformarse al grado
de precisión que implica el que habla o que esperan los oyentes en el contexto
original.
No
debería ser problema para nosotros, entonces, afirmar a la vez que la Biblia es
absolutamente veraz en todo lo que dice y que usa lenguaje ordinario para
describir fenómenos naturales o dar aproximaciones o números redondos cuando es
apropiado en el contexto.
También
debemos notar que el lenguaje puede hacer afirmaciones vagas o imprecisas sin
ser falsedad. «Vivo a un poco más de dos kilómetros de mi oficina» es una
afirmación vaga e imprecisa, pero también es inerrante; no hay nada de falsedad
en ella. No afirma nada que sea contrario a los hechos.
De
modo similar, las afirmaciones bíblicas pueden ser imprecisas y sin embargo
totalmente ciertas. La inerrancia tiene que ver con la veracidad no con el grado de precisión con que se informan los
acontecimientos.
2. LA BIBLIA PUEDE SER INERRANTE Y CON TODO INCLUIR CITAS LIBRES O
APROXIMADAS.
El
método por el cual una persona cita las palabras de otro es un procedimiento
que en gran parte varía de cultura a cultura. En las culturas contemporáneas
estadounidense y británica estamos acostumbrados a citar las palabras exactas
de otros cuando encerramos la afirmación entre comillas (a esto se llama cita
directa).
Pero
cuando usamos citas indirectas (sin comillas) sólo esperamos un informe exacto
de la sustancia de la afirmación. Considere esta oración: «Elliot dijo que
vendría enseguida a casa para cenar». La oración no cita directamente a Elliot,
pero es un informe aceptable y veraz de la afirmación real de Elliot a su
padre: «Llegaré a casa para cenar en dos minutos», aunque la cita indirecta no incluyó
ninguna de las palabras originales del que habla.
El
griego escrito de tiempos del Nuevo Testamento no tenía comillas ni signos de
puntuación equivalentes, y una cita correcta de otro necesitaba incluir sólo
una idea correcta del contenido de
lo que la persona dijo (más bien como nuestras citas indirectas); no se
esperaba que se citara exactamente cada palabra. Entonces, la inerrancia es
compatible con citas libres y aproximadas del Antiguo Testamento o de las
palabras de Jesús, por ejemplo, en tanto y en cuanto el contenido no deje de expresar lo que se dijo originalmente. El
escritor original ordinariamente no implicaba que estaba usando las palabras
exactas del que citaba y sólo esas, ni tampoco los oyentes originales esperaban
al pie de la letra que así fuera.
3. NO ES FALTA A LA INERRANCIA TENER EN LA BIBLIA CONSTRUCCIONES
GRAMATICALES FUERA DE SERIE Y NADA COMUNES.
Algunas
expresiones de la Biblia son elegantes y excelentes en estilo. Otros escritos
bíblicos contienen el lenguaje menos pulido del pueblo común. A veces esto
incluye el no seguir las «reglas» comúnmente aceptadas de la gramática (tales
como el uso del verbo en plural en donde las reglas gramaticales exigirían un
verbo en singular, o el uso de un adjetivo femenino en donde se esperaría un
adjetivo masculino, o el deletreo de una palabra diferente al que se usa
comúnmente, ete.).
Estas
afirmaciones de estilo o gramática irregular (que se hallan especialmente en el
libro de Apocalipsis) no deben molestarnos, porque no afectan la veracidad de
las afirmaciones bajo consideración; una afirmación puede no tener corrección
gramatical y sin embargo ser enteramente veraz. Por ejemplo, un leñador
analfabeto en algún área rural puede ser el hombre de mayor confianza en el
condado aunque su gramática sea calamitosa, porque se ha ganado la reputación
de nunca decir una mentira.
De
modo similar, hay unas cuantas afirmaciones en la Biblia (en los idiomas
originales) que no son gramaticalmente correctas (según las normas corrientes
de gramática apropiadas en ese tiempo) y sin embargo son inerrantes porque son
completamente veraces. La cuestión es la
veracidad de lo que se dice.
B. ALGUNOS RETOS PRESENTES A LA INERRANCIA
En
esta sección examinaremos las principales objeciones que comúnmente se
presentan contra el concepto de la inerrancia.
1. LA BIBLIA ES SÓLO AUTORITATIVA EN CUANTO A «FE Y PRÁCTICA».
Una de
las objeciones más frecuentes la presentan los que dicen que el propósito de la
Biblia es enseñarnos cuestiones que tienen que ver solamente con «fe y
práctica»; es decir, en cuestiones que se relacionan directamente a nuestra fe
religiosa o a nuestra conducta ética.
Esta
posición permitiría la posibilidad de afirmaciones falsas en la Biblia, por
ejemplo, en otros aspectos
tales como detalles históricos menores o información científica; esos aspectos,
se dice, no tienen que ver con el propósito de la Biblia, que es instruirnos en
lo que debemos creer y cómo debemos vivir.
Los
que abogan por esta posición a menudo prefieren decir que la Biblia es infalible pero vacilan en usar la
palabra inerrante.
La
respuesta a esta objeción se puede indicar como sigue: la Biblia repetidamente
afirma que toda la Escritura es útil para nosotros (2ª Ti 3: 16) y que toda ella es «inspirada por Dios».
Por consiguiente es completamente pura (Sal 12: 6), perfecta (Sal 119: 96), y
verdadera (Pr 30: 5).
La
misma Biblia no hace ninguna restricción en cuanto a la clase de temas de los
cuales habla con veracidad.
El
Nuevo Testamento contiene afirmaciones adicionales de la confiabilidad de todas
las partes de las Escrituras; en Hechos 24: 14 Pablo dice que adora a Dios «de
acuerdo con todo lo que enseña la ley
y creo lo que está escrito en los profetas».
En
Lucas 24: 25 Jesús dice que los discípulos son «torpes» porque son «tardos de
corazón para creer todo lo que han dicho los profetas». En Romanos 15: 4 Pablo
dice que «todo lo que se
escribió» en el Antiguo Testamento «se
escribió para enseñarnos».
Estos
pasajes no dan indicación de que alguna parte de las Escrituras no sea
confiable por completo. De modo similar, en 1ª Corintios 10: 11, Pablo puede
referirse incluso a detalles históricos menores del Antiguo Testamento
(sentarse para comer y beber, levantarse para bailar) y puede decir que lo uno
y lo otro «sucedió» (por
consiguiente implicando confiabilidad histórica) y «quedó escrito para
advertencia nuestra».
Si
empezamos a examinar la manera en que los autores del Nuevo Testamento
confiaron en los detalles incluso más pequeños de la narrativa del Antiguo
Testamento, no vemos ninguna intención de separar nuestros asuntos de «fe y
práctica», ni de decir que esto de alguna manera es una categoría reconocible
de afirmaciones, ni que implica que las afirmaciones que no estén en esa
categoría no son confiables o no se debe pensar que son inerrantes. Más bien,
parece que los autores del Nuevo Testamento están dispuestos a citar y afirmar
como verdadero todo detalle del
Antiguo Testamento.
NOTA: Hasta alrededor de 1960 ó 1965 la palabra infalible se usaba
intercambiablemente con la palabra inerrable.
Pero en años recientes, por lo menos en los Estados Unidos, la palabra infalible se ha usado en el sentido
más débil que significa que la Biblia no nos hará descarriar en asuntos de fe y
práctica.
En la lista que sigue hay algunos ejemplos de estos
detalles históricos citados por autores del Nuevo Testamento. Si todos estos
son asuntos de «fe y práctica», entonces todo
detalle histórico del Antiguo Testamento es asunto de «fe y práctica »,
y esta objeción deja de ser objeción a la inerrancia.
Por otro lado, si se puede afirmar tantos detalles,
entonces parece que todos los detalles históricos del Antiguo Testamento se
pueden afirmar como verdaderos, y no debemos hablar de restringir la necesaria
veracidad de las Escrituras a alguna categoría de «fe y práctica» que excluiría
algunos detalles menores. No hay tipos de detalles que no se pudieran afirmar
como verdaderos.
El
Nuevo Testamento nos da la siguiente información: David comió del pan de la
proposición (Mt 12: 3-4), Jonás estuvo en un gran pez (Mt 12: 40), los hombres
de Nínive se arrepintieron (Mt 12: 41), la reina del sur vino para oír a
Salomón (Mt 12: 42), Elías fue enviado a la viuda de Sarepta (Lc 4: 25-26), el
sirio Naamán fue limpiado de su lepra (Lc 4: 27), el día en que Lot salió de
Sodoma fuego y azufre llovió del cielo (Lc 19: 29;. v. 32 con su referencia a
la esposa de Lot que se convirtió en sal), Moisés levantó la serpiente en el
desierto Nm 21: 8-14), Jacob le dio un terreno a José Gn 50: 5), muchos
detalles que ocurrieron en la historia de Israel (Hch 13: 17-23),
Abraham
creyó y recibió la promesa antes de ser circuncidado (Ro 4: 10), Abraham tenía
como cien años (Ro 4:19), Dios le dijo a Rebeca antes de que nacieran sus hijos
que el mayor serviría al menor (Ro 9: 10-12), Elías habló con Dios (Ro 11
:2-4), el pueblo de Israel pasó por el mar, comió y bebió alimento y bebida
espiritual, deseó el mal, se sentó a beber, se levantó a bailar, se entregó a
la inmoralidad, se quejó y fueron destruidos (1ª Co 10:11), Abraham le dio el
diezmo de todo a Melquisedec (Heb 7: 1-2), el tabernáculo del Antiguo
Testamento tenía un diseño específico y detallado (Heb 9: 1-5), Moisés roció al
pueblo y los enseres del tabernáculo con agua y sangre, usando lana escarlata e
hisopo (Heb 9: 19-21),
El
mundo fue creado por la palabra de Dios (Heb 11:3), muchos detalles de la vida
de Abel, Enoc, Noé, Abraham, Moisés, Rahab y otros en realidad sucedieron (Heb
11, pássim), Esaú vendió su primogenitura por una sola comida y después quiso
con lágrimas recuperarla (Heb 12:16-17), Rahab recibió a los espías y los envió
por otro camino (Stg 2: 25), ocho personas se salvaron en el arca (1ª P 3: 20;
2ª P 2:5), Dios convirtió a Sodoma y Gomarra en cenizas pero salvó a Lot (2ª P
2: 6-7), el asna de Balaam habló (2ª P 2: 16).
Esta
lista indica que los escritores del Nuevo Testamento estuvieron dispuestos a
descansar en la veracidad de cualquier parte de las narraciones históricas del
Antiguo Testamento. Ningún detalle fue demasiado insignificante para usarse
para la instrucción de los cristianos del Nuevo Testamento.
No hay
indicación alguna de que pensaran en alguna categoría de afirmaciones bíblicas
que no fueran confiables y fidedignas (tales como afirmaciones «históricas y
científicas» a diferencia de pasajes doctrinales o morales). Parece claro que
la Biblia misma no respalda ninguna restricción de algún tipo de temas de los
cuales habla con absoluta autoridad y verdad; ciertamente, muchos pasajes de la
Biblia en realidad anulan la validez de esta clase de restricción.
NOTA: Este no es un detalle menor, pero es útil
como ejemplo de un hecho «científico» que se afirma en el Antiguo Testamento y
uno respecto al cual el autor dice que tenemos conocimiento «por fe»; de este
modo, aquí explícitamente se dice que la fe incluye confianza en la veracidad
de un hecho científico e histórico registrado en el Antiguo Testamento.
Una
segunda respuesta a los que limitan la necesaria veracidad de la Biblia a
asuntos de «fe y práctica» es notar que esta posición confunde el propósito principal de la Biblia con el
propósito total de la Biblia.
Decir que el propósito principal de la Biblia es enseñamos asuntos de «fe y
práctica» es hacer un sumario útil y correcto del propósito de Dios al damos la
Biblia. Pero un sumario incluye
sólo el propósito más prominente de Dios al damos las Escrituras.
No es,
sin embargo, legítimo usar este sumario para negar que es parte del propósito de la Biblia
damos detalles históricos menores o hablamos acerca de algunos aspectos de
astronomía o geografía, y cosas por el estilo. Un sumario no se puede usar
apropiadamente para negar las cosas que está resumiendo. Usarlo de esta manera
simplemente mostraría que el sumario no es lo suficiente detallado para
especificar los asuntos en cuestión.
Es
mejor decir que todo el propósito de
la Biblia es decir todo lo que dice, sobre cualquier tema. Cada una de las
palabras de Dios en la Biblia él la consideró importante para nosotros. Por eso
Dios da severas advertencias a cualquiera que quita incluso una palabra de lo
que él nos ha dicho (Dt 4: 2; 12: 32; Ap 22: 18-19); no podemos ni añadir a las
palabras de Dios ni quitarles nada, porque todas son parte de su propósito más
amplio al hablamos.
Todo
lo que se dice en la Biblia está allí porque Dios quiso que estuviera allí;
¡Dios no dice nada sin propósito! Así que la primera objeción a la inerrancia
hace un uso errado de un sumario y por consiguiente incorrectamente intenta
imponer límites artificiales a la clase de cosas respecto a las cuales Dios
puede hablamos.
2. EL TÉRMINO INERRANCIA ES UN TÉRMINO POBRE.
Los
que hacen esta segunda objeción dicen que el término inerrancia es demasiado preciso y en el uso ordinario denota una
clase de precisión científica absoluta que no queremos afirmar en cuanto a la
Biblia. Es más, los que hacen esta objeción notan que el término inerrancia no se usa en la Biblia
misma. Por consiguiente, probablemente es un término inapropiado para que
nosotros insistamos en él.
La
respuesta a esta objeción se puede indicar como sigue: primero, los eruditos
que han usado el término inerrancia lo
han definido claramente por más de cien años, y siempre han dado campo a las
«limitaciones» que se añaden al habla en lenguaje ordinario.
No ha
habido un representante responsable de la posición de la inerrancia que haya
usado el término para denotar una clase de precisión científica absoluta. Por
consiguiente, los que presentan esta objeción al término no están dando
atención cuidadosa suficiente a la manera en que este se ha usado en el debate
teológico por más de un siglo.
Segundo,
se debe notar que a menudo usamos términos que no son bíblicos para resumir una
enseñanza bíblica. La palabra Trinidad
no aparece en la Biblia, ni tampoco la palabra encarnación. Sin embargo, estos términos son muy útiles porque
nos permiten resumir en una palabra un concepto bíblico verdadero, y son por
consiguiente útiles para permitimos debatir más fácilmente una enseñanza
bíblica.
También
se debe notar que no se ha propuesto ninguna otra palabra que diga tan
claramente lo que queremos afirmar cuando queremos hablar de la total veracidad
en el lenguaje. La palabra inerrancia lo
hace muy bien, y parece no haber razón para no continuar usándola con ese propósito.
Finalmente,
en la iglesia hoy parece que no podemos sostener un debate sobre este tema sin
usar este término. La gente puede objetar el uso de este término si lo desean,
pero, les guste no, este es un término en tomo al cual el debate ha girado y
casi ciertamente continuará así en las próximas décadas. Cuando el Concilio
Internacional sobre la Inerrancia Bíblica (ICBI, por sus siglas en inglés) en
1977 empezó una campaña de diez años para promover y defender la idea de la
inerrancia bíblica, se hizo inevitable que sería en tomo a esta palabra que
procedería el debate.
La
«Declaración de Chicago sobre la Inerrancia Bíblica», que se redactó y publicó
en 1978 bajo auspicios del ICBI (vea apéndice 1), definió lo que la mayoría de
los evangélicos quiere decir por inerrancia, tal vez no perfectamente, pero
bastante bien, y objeciones ulteriores a un término para ampliamente usado y
bien definido parece innecesaria e inútil para la iglesia.
3. NO TENEMOS MANUSCRITOS INERRANTES, POR CONSIGUIENTE, HABLAR DE UNA
BIBLIA INERRANTE CONFUNDE.
Los
que hacen esta objeción señalan el hecho de que la inerrancia siempre se ha
atribuido a las primeras copias
originales de los documentos bíblicos.
4 SIN EMBARGO NINGUNO DE ESTOS SOBREVIVIÓ; TENEMOS SÓLO COPIAS DE LO QUE MOISÉS,
PABLO O PEDRO ESCRIBIERON.
¿DE QUÉ SIRVE, ENTONCES,
ASIGNAR TANTA IMPORTANCIA A UNA DOCTRINA QUE SE APLICA SÓLO A MANUSCRITOS QUE
NADIE TIENE?
En
respuesta a esta objeción se puede indicar primero que para más de 99 por
ciento de las palabras de la Biblia, sabemos
lo que decían los manuscritos originales.
Incluso
para muchos de los versículos en donde hay variantes textuales (es decir,
diferentes palabras en diferentes copias antiguas del mismo versículo), la
decisión correcta a menudo es muy clara, y hay realmente muy pocos lugares en
donde la variante textual es dificil de evaluar y significativa para determinar
el significado.
En el
pequeño porcentaje de casos en donde hay una incertidumbre significativa en
cuanto a lo que decía el texto original, el sentido general de la oración por
lo general es muy claro partiendo del contexto. (Uno no tiene que ser erudito
en hebreo o griego para saber cuáles son esas variantes, porque todas las
traducciones modernas las indican en las notas marginales con palabras tales
como «Algunos manuscritos antiguos dicen» U «Otras autoridades antiguas
añaden»).
Esto
no es decir que el estudio de las variantes textuales no tenga importancia,
pero sí es decir que el estudio de las variantes textuales no nos ha dejado en
confusión respecto a lo que decían los manuscritos originales; más bien nos ha
llevado extremadamente cerca del contenido de esos manuscritos originales.
En
términos teológicos a estas copias originales se le llama lo «autógrafos»,
usando el prefijo auto-, que
quiere decir «mismo», y la raíz grafo,
que quiere decir «escrito», para referirse a una copia escrita por el
autor mismo.
Una
excelente revisión del trabajo de estudiar las variantes textuales en los
manuscritos existentes del Nuevo Testamento.
En la
práctica, entonces, los textos
presentes publicados con erudición del Antiguo Testamento hebreo y Nuevo
Testamento griego son los mismos de
los manuscritos originales. Así que cuando decimos que los manuscritos
originales eran inerrantes, también estamos implicando que más del 99 por
ciento de las palabras de nuestros manuscritos presentes también son
inerrantes, porque son copias exactas de los originales.
Todavía
más, sabemos en dónde están las
lecturas inciertas (porque donde no hay variantes textuales no tenemos razón
para esperar una copia defectuosa del original) Así que nuestros presentes
manuscritos son prácticamente iguales que los manuscritos originales, y la
doctrina de la inerrancia, por consiguiente, directamente tiene también que ver
con nuestros manuscritos presentes.
Además,
es extremadamente importante declarar la inerrancia de los documentos
originales, porque las copias subsiguientes fueron hechas por hombres que no
decían tener garantía de parte de Dios de que sus copias iban a ser perfectas.
Pero
es de los manuscritos originales de los que se afirma que son palabras de Dios.
Por eso, si tenemos errores en las copias (como las tenemos), son errores de hombres.
Pero
si tenemos errores en los manuscritos
originales, nos vemos obligados a decir no sólo que son errores de los hombres, sino que Dios mismo cometió un error y habló
falsamente. Y eso no puede ser.
4. LOS ESCRITORES BÍBLICOS «ACOMODARON» SU MENSAJE EN DETALLES MENORES A
IDEAS FALSAS CORRIENTES EN SU DÍA, Y AFIRMARON O ENSEÑARON ESAS IDEAS DE MODO
INCIDENTAL.
Esta
objeción a la inerrancia es ligeramente diferente de la que restringe la
inerrancia de la Biblia a asuntos de fe y práctica, pero se relaciona con ella.
Los que sostienen esta posición aducen que había sido muy dificil para los
escritores bíblicos comunicarse con la gente de su tiempo si hubieran tratado
de corregir toda información histórica y científica falsa en que creían sus contemporáneos.
Los
que sostienen esta posición no aducen que los lugares en que la Biblia ofrece
información falsa son numerosos, ni siquiera que esos lugares sean puntos
principales de alguna sección particular de la Biblia. Más bien dicen que
cuando los escritores bíblicos intentan hacer una declaración importante, a
veces presentan alguna falsedad incidental que la gente de ese tiempo creía.
A esta
objeción a la inerrancia se puede replicar, primero, que Dios es Señor del
lenguaje humano y que puede usar lenguaje humano para expresarse perfectamente
sin tener que presentar ideas falsas que pudieran haber sostenido las personas
del tiempo en que se escribió la Biblia. Esta objeción a la inerrancia
esencialmente niega el señorío efectivo de Dios sobre el lenguaje humano.
Segundo,
debemos responder que tal «acomodo» de parte de Dios a nuestra comprensión
implicaría que Dios hubiera actuado contrario a su carácter como un «Dios que
no miente» (Nm 23:19; Tit 1:2; Heb 6:18).
No es
útil distraer la atención Por supuesto, existe la posibilidad teórica de que
hubiera algún error de copia en la primera copia que se hizo de una de las
Epístolas de Pablo, por ejemplo, y que este error se ha reproducido en todas
copias restantes. Pero se debe pensar que esto es improbable porque;
(1) eso exigiría que se hizo sólo una copia del original, y que esa única
copia fue la base de todas las copias existentes, y;
(2) nuestro argumento anterior en cuanto a la fidelidad de Dios para
preservar el canon (vea capítulo;
(3) parecería indicar que si tal error ocurrió en efecto, no sería alguno
que materialmente afectaría nuestra comprensión de la Biblia.
La
existencia de tal error de copia no se puede ni probar ni desaprobar, pero
especulación adicional en cuanto a él aparte de evidencia contundente no parece
ser útil.
De
esta dificultad mediante énfasis repetido en la condescendencia de la gracia de
Dios al hablar a nuestro nivel. Sí, Dios en efecto condesciende para hablar
nuestro lenguaje, el lenguaje de los seres humanos. Pero ningún pasaje de la
Biblia enseña que él «condesciende» al punto de actuar contrario a su carácter
moral.
Nunca
se dice que él puede condescender tanto como para afirmar, aunque sea
incidentalmente, algo que sea falso. Si Dios se «acomodara» de esta manera,
dejaría de ser el «Dios que no miente». Dejaría de ser el Dios que la Biblia
dice que es. Tal actividad de ninguna manera hablaría de la grandeza de Dios,
porque Dios no manifestaría su grandeza actuando de una manera que contradice
su carácter. Esta objeción, pues, en su raíz, entiende malla pureza y unidad de
Dios en lo que afectan todas sus obras y acciones.
Es
más, tal proceso de acomodo, si en realidad hubiera ocurrido, hubiera creado un
problema moral serio para nosotros. Debemos ser imitadores del carácter moral
de Dios (Lv 11: 44; Lc 6: 36; Ef. 5: 1; 1ª P 5:1, et. Al.). Pablo dice que
puesto que en nuestra naturaleza estamos llegando a ser más semejantes a Dios
(Ef4.24), «dejando
la mentira» debemos hablar «con la verdad» unos con otros (v. 25).
Debemos
imitar la veracidad de Dios en lo que decimos. Sin embargo, si la teoría del
acomodo es correcta, entonces Dios intencionalmente
hizo afirmaciones incidentales de falsedad a fin de mejorar la
comunicación.
Por
consiguiente, ¿no sería correcto que nosotros también intencionalmente hagamos
afirmaciones incidentales de falsedad cada vez que eso mejorara la
comunicación? Sin embargo eso equivaldría a decir que una falsedad menor dicha
con un buen propósito (una «mentira blanca») no es mala. Tal posición, que
contradicen los pasajes bíblicos citados arriba en cuanto a la total veracidad
de Dios al hablar, y no puede considerarse válida.
5. LA INERRANCIA PONE DEMASIADO ÉNFASIS EN EL ASPECTO DIVINO DE LA BIBLIA
Y DESCUIDA EL ASPECTO HUMANO.
Esta
objeción más general la hacen los que aducen que los que abogan por la
inerrancia recalcan tanto el aspecto divino de la Biblia que minimizan su
aspecto humano.
Hemos
convenido en que la Biblia tiene un aspecto tanto divino como humano, y que
debemos dar atención adecuada a ambos. Sin embargo, los que hacen esta objeción
casi invariablemente pasan a insistir en que los aspectos verdaderamente
«humanos» de la Biblia seguramente implican
la presencia de algunos errores en la Biblia.
Podemos
responder que aunque la Biblia es plenamente humana porque fue escrita por
seres humanos usando su propio lenguaje, la actividad de Dios al supervisar la
redacción de la Biblia y hacer que fuera también sus palabras quiere decir que
es diferente de todos los demás libros humanos precisamente en este aspecto: no
contiene error. Ese es exactamente lo que afirmó incluso el pecador, codicioso
y desobediente Balaam en Números 23: 19; cuando Dios habla por medio de seres
humanos pecadores es diferente de cuando los hombres hablan porque «Dios no es
un simple mortal para mentir y cambiar de parecer».
Es
más, no es cierto que todas las expresiones verbales y los escritos humanos
contengan errores, porque todos los días hacemos docenas de declaraciones que
son completamente verdad. Por ejemplo: «Me llamo Wayne Grudem». «Tengo tres
hijos». «Desayuné esta mañana».
6. HAY ALGUNOS ERRORES EN LA BIBLIA QUE SON OBVIOS.
Esta
objeción final de que hay errores en la Biblia que son obvios la afirman o
implican la mayoría de los que niegan la inerrancia, y para muchos de ellos la
convicción de que hay ciertos errores en las Escrituras es un factor principal
para persuadidos a cuestionar la doctrina de la inerrancia.
Para
este caso la primera respuesta que debería hacerse a esta objeción es preguntar
dónde están tales errores. ¿En cuál versículo o versículos aparecen estos
errores? Es sorprendente la frecuencia que uno halla de que esta objeción la
hacen quienes tienen escasa o ninguna idea de dónde están los errores
específicos, pero que creen que hay errores porque les han dicho que los hay.
En
otros casos, sin embargo, habrá quienes mencionan uno o más pasajes en donde,
aducen, hay una afirmación falsa en la Biblia. En estos casos es importante que
veamos el mismo texto bíblico, y lo examinemos con detenimiento. Si creemos que
la Biblia en verdad es inerrante, debemos anhelar y por cierto no temer
inspeccionar estos pasajes con detalles minuciosos.
Es
más, nuestra expectación será que esa inspección detenida mostrará que no hay
ningún error después de todo. De nuevo, es sorprendente cómo resulta que una
lectura cuidadosa simplemente del texto en cuestión sacará a la luz una o más
posibles soluciones a la dificultad.
En
unos pocos pasajes no será inmediatamente evidente la solución a la dificultad
basándose en la lectura del texto en nuestro idioma. En ese punto es útil
consultar algunos comentarios sobre el pasaje. Tanto Agustín (354-430 d.C.) y
Juan Calvino (1509-64), junto con muchos otros comentaristas recientes, han
dedicado tiempo a estudiar bien la mayoría de los supuestos «textos problema» y
sugerir soluciones plausibles. Y algunos escritores han compilado la mayoría de
los textos difíciles y han sugerido respuestas.
Hay
unos pocos pasajes en donde tener conocimiento del hebreo o el griego puede ser
necesario para hallar una solución, y los que no tienen acceso de primera mano
a estos idiomas pueden tener que buscar respuestas bien sea en algún comentario
más técnico o preguntándole a alguien que tiene este entrenamiento.
Por
supuesto, nuestra comprensión de la Biblia nunca es perfecta, y esto quiere
decir que puede haber casos en donde seremos incapaces de hallar una solución a
un pasaje dificil al tiempo presente. Esto puede deberse a que al presente
desconocemos la evidencia lingüística, histórica o contextual que necesitamos
para entender correctamente el pasaje. Esto no debería ser problema para
nosotros en un número pequeño de pasajes en tanto y en cuanto el patrón global
de nuestra investigación de estos pasajes ha mostrado que, en verdad, no hay ningún
error en donde se ha aducido que hay alguno.
Pero
aunque debemos admitir que hay la posibilidad
de que no podamos resolver un problema en particular, también se debe
indicar que hay muchos eruditos bíblicos evangélicos hoy que dicen que al
presente no tienen conocimiento de ningún texto con problema para el cual no
haya una solución satisfactoria.
Es
posible, por supuesto, que se pueda llamar la atención a algunos de estos
pasajes en el futuro, pero durante los pasados quince años o algo así de controversia
sobre la inerrancia bíblica, ningún pasaje «no resuelto» ha sido llevado a su
atención.
Finalmente,
una perspectiva histórica de este asunto es útil. En realidad no hay ningún
problema «nuevo» en la Biblia. La Biblia en su totalidad tiene más de 1990
años, y los supuestos «textos problema» han estado allí todo el tiempo. Sin
embargo, en toda la historia de la iglesia ha habido una firme creencia en la
inerrancia de las Escrituras en el sentido en que se define en este capítulo.
Es
más, por cientos de años eruditos bíblicos altamente competentes han leído y
estudiado esos textos problema y con todo no han hallado dificultad en sostener
la inerrancia. Esto debe damos confianza de que hay disponibles soluciones a
estos problemas y que la creencia en la inerrancia es enteramente congruente
con toda una vida de atención detallada al texto de la Biblia.
C. PROBLEMAS AL NEGAR LA INERRANCIA
Los
problemas que surgen al negar la inerrancia bíblica no son insignificantes, y
entender la magnitud de estos problemas nos da estímulo adicional no sólo para
declarar la inerrancia, sino también para declarar su importancia para la
iglesia. A continuación se mencionan algunos de los problemas más serios.
1. SI NEGAMOS LA INERRANCIA NOS VEMOS FRENTE A UN SERIO PROBLEMA MORAL:
¿PODEMOS IMITAR A DIOS E
INTENCIONALMENTE TAMBIÉN MENTIR EN ASUNTOS MENORES?
Esto
es similar a lo que dijimos en respuesta a la objeción no 4, arriba;
pero aquí se aplica no sólo a los que sostienen la objeción no 4,
sino también más ampliamente a todos los que niegan la inerrancia. Efesios 5:1
nos dice que seamos imitadores de Dios; pero una negación de la inerrancia que
de todos modos afirma que las palabras
de las
Escrituras son palabras inspiradas por Dios necesariamente implica que Dios
intencionalmente habló falsedades en algunas de las afirmaciones menos
centrales de la Biblia. Y si está bien que Dios haga esto, ¿cómo puede estar
mal que nosotros lo hagamos? Semejante línea de razonamiento, si la creyéramos,
ejercería fuerte presión sobre nosotros para empezar a hablar falsedades en
situaciones en que pareciera ayudamos a expresarnos mejor, y cosas por el
estilo.
Esta
posición sería una bajada resbalosa con resultados cada vez más negativos en
nuestra vida.
El
presente escritor, por ejemplo, ha examinado durante veinte años docenas de
estos «textos problema» que han sido traídos a su atención en el contexto del
debate sobre la inerrabilidad. En cada uno de estos casos, al examinar de cerca
el texto se ha hecho evidente una solución plausible.
2. SI SE NIEGA LA INERRANCIA EMPEZAMOS A PREGUNTAMOS SI DE VERAS PODEMOS
CONFIAR EN DIOS EN ALGO QUE DIGA.
Una
vez que nos convencemos de que Dios nos ha dicho falsedades en algunos asuntos
menores de la Biblia, podemos concluir que Dios es capaz de decimos falsedades. Esto tendrá un efecto perjudicial
en nuestra disposición a creer en Dios y su Palabra y confiar en él
completamente y obedecerle totalmente en el resto de la Biblia.
Empezaremos
a desobedecer inicialmente esas secciones de la Biblia que menos queremos
obedecer, y a desconfiar inicialmente de las secciones en que menos nos
inclinamos a confiar.
Pero
tal procedimiento con el tiempo aumentará, para gran perjuicio de nuestra vida
espiritual.
Por
supuesto, tal declinación en confianza y obediencia a la Biblia tal vez no
ocurra necesariamente en la vida de todo el que niega la inerrancia, pero este
será por cierto el patrón general, y será el patrón que se exhibe en el curso
de una generación a la que se enseña a negar la inerrancia.
3. SI NO ACEPTAMOS LA INERRANCIA, ESENCIALMENTE CONVERTIMOS A NUESTRA
MENTE HUMANA EN UNA NORMA MÁS ALTA DE VERACIDAD QUE LA MISMA PALABRA DE DIOS.
Estaríamos
usando nuestra mente para poner en tela de juicio algunas secciones de la
Palabra de Dios y dictaminando que están erradas. Pero esto es en efecto decir
que sabemos la verdad con más certeza y más precisión que la Palabra de Dios (o
que Dios mismo), por 10 menos en esos asuntos. Tal procedimiento, hacer nuestra
mente una norma más alta que la verdad de la Palabra de Dios, es la raíz de
todo pecado intelectual.
4. SI NEGAMOS LA INERRANCIA TAMBIÉN DEBEMOS DECIR QUE LA BIBLIA ESTÁ
ERRADA NO SÓLO EN DETALLES MENORES SINO TAMBIÉN EN ALGUNAS DE SUS DOCTRINAS.
Una
negación de la inerrancia quiere decir que decimos que las enseñanzas de la
Biblia en cuanto a la naturaleza de la
Biblia y en cuanto a la veracidad
y confiabilidad de las palabras de
Dios también es falsa. Estos no son detalles menores sino preocupaciones
doctrinales importantes en la Biblia.
NOTA: Vea en el capítulo 3 una consideración de la
Biblia como nuestra norma absoluta de verdad.
Aunque las posiciones indeseables mencionadas
arriba lógicamente se relacionan con una negación de la inerrabilidad, está en
orden decir una palabra de precaución: No todos los que niegan la inerrabilidad
adoptarán también las conclusiones indeseables que se acaban de mencionar.
Algunos (probablemente en forma inconsistente) negarán la inerrabilidad pero no
darán estos siguientes pasos lógicos. En los debates sobre la inerrabilidad,
como en otros debates teológicos, es importante criticar a las personas en base
a las nociones que en realidad sostienen, y distinguir esas nociones claramente
de posiciones que pensamos que sostendrían si fueran consistentes con las
nociones que expresan.
PREGUNTAS PARA APLICACIÓN
PERSONAL
1. A su modo de pensar, ¿por qué el debate en cuanto a la inerrancia se ha
convertido en una cuestión tan grande en este siglo? ¿Por qué personas en ambos
lados del asunto piensan que es importante?
2. Si usted pensara que la Biblia enseña algunos errores pequeños, ¿cómo
pensaría que eso afectaría la manera en que usted lee la Biblia? ¿Afectaría su
cuidado en ser veraz en la conversación cotidiana?
3. ¿Sabe usted de algún pasaje bíblico que parezca contener errores?
¿Cuáles son? ¿Ha tratado de resolver las dificultades en estos pasajes? Si no
ha hallado una solución a algún pasaje, ¿qué otros pasos pudiera probar?
4. Conforme los creyentes avanzan por la vida aprendiendo a conocer mejor
su Biblia y creciendo en madurez cristiana, ¿tienden a confiar en la Biblia
más, o a confiar menos? A su modo de pensar, ¿creerá usted en el cielo que la
Biblia es inerrante? Si es así, ¿lo creerá usted más firmemente o menos
firmemente que lo cree ahora?
5. Si está convencido de que la Biblia enseña la doctrina de la
inerrancia, ¿cómo se siente al respecto? ¿Se alegra de que tal enseñanza esté
allí, o siente usted que es una carga tener que defenderla?
6. ¿Garantiza la creencia en la inerrancia que tengamos una doctrina sana
y una vida cristiana sana? ¿Cómo pueden los Testigos de Jehová decir que la
Biblia es inerrante y a la vez ellos mismos tener tantas enseñanzas falsas?
7. Si usted está de acuerdo con la inerrancia, ¿piensa que la inerrancia
debería ser un requisito para membrecía en la iglesia, para enseñar en una
clase de Escuela Dominical, para ser nombrado para un cargo en la iglesia (tal
como anciano o diácono), para ser ordenado como pastor y para enseñar en un
seminario teológico? ¿Por qué sí o por qué no?
8. Cuando hay controversias doctrinales en la iglesia, ¿cuáles son los
peligros personales que enfrentan quienes sostienen una posición más congruente
con la Biblia? En particular, ¿cómo puede el orgullo en la doctrina correcta
convertirse un problema? ¿Cuál es la solución? ¿Piensa usted que la inerrancia
es una cuestión importante para el futuro de la iglesia? ¿Por qué sí y por qué
no? A su modo de pensar, ¿cómo se resolverá?
TÉRMINOS ESPECIALES
Autógrafo, fe y práctica, ICBI, inerrante, infalible, variante
textual
PASAJE BÍBLICO PARA MEMORIZAR
Salmo 12: 6: Las Palabras Del
Señor Son Puras, Son Como La Plata Refinada, Siete Veces Purificada En El
Crisol.