LIBRO
(EN HEBREO, MEGUILÁ, QUE SIGNIFICA ROLLO; SEFER, QUE SIGNIFICA CARTA, DOCUMENTO; EN GRIEGO, BIBLOS O BIBLÍON).
Nombre con que la Biblia designa a cualquier
documento, sin tomar en cuenta la extensión. Se trata por lo general de un
manuscrito enrollado, y frecuentemente sellado (cf. Dn 12.4; Ap 5.1).
Originalmente, los libros estaban hechos de
piel, de cuero o PERGAMINO, o bien de PAPIRO (ESCRITURA). El rollo estaba
formado por varias piezas de estos materiales, cosidas una a continuación de la
otra. Al fijar sus dos extremos en palos o cilindros, la tira larga (alcanzaba ca. de 10 m y 25 cm de ancho) se enrollaba sobre los
extremos (cf. Is 34.4; Zac 5.1s). Tal rollo podía contener, por ejemplo, el libro de Isaías o un Evangelio.
El lector empezaba a leer el texto, escrito en
columnas (Jer 36.23), desenrollando a partir de la derecha (Lc 4.20, 21).
Excepcionalmente se escribía en ambas caras del rollo (Ez 2.9, 10; Ap 5.1).
El plural del término griego to biblíon (documento, rollo), ta biblía, llegó a usarse para las colecciones de
escrituras sagradas. De aquí surge el término BIBLIA.
El término castellano «libro» viene del latín liber, que es la corteza interior de los árboles.
Pero ya en la época de Cristo, debido a la costumbre de utilizar esa corteza
para escribir, liber llegó a tener nuestra acepción moderna.
El antepasado del formato que ahora llamamos libro
se origina en la costumbre antigua de amarrar varias tabletas, normalmente de
madera, sobre las que se escribía algo. A veces las tabletas estaban cubiertas
de cera, y se escribía en ellas con un estilete. El uso de este tipo de
tabletas llevó a la costumbre de coserlas de tal modo que se pudieran cerrar
una sobre la otra, pues así se protegía lo escrito. Cuando estos primitivos
libros constaban de dos tabletas, se les llamaba «dípticos». En los primeros
siglos de la iglesia, se acostumbraba escribir en tales dípticos los nombres de
personas por las que se oraba al celebrar la comunión.
Los documentos escritos comenzaron a tomar la
forma de nuestros libros actuales cuando se comenzó a utilizar el mismo
principio de las tablas cosidas, pero empleando hojas de papiro o de pergamino.
Naturalmente, esto permitía coser, no ya dos o tres hojas, sino muchas más. El
nuevo formato se llamaba «códice» (del latín, codex, que significa tronco del
árbol) término empleado también
para referirse a las antiguas tabletas antes mencionadas.
Como es sabido, la Biblia en el CANON que
utilizan los protestantes, consta de 66 libros: 39 en el Antiguo Testamento y
27 en el Nuevo Testamento. La Biblia católica, debido a la inclusión de los
libros llamados «APÓCRIFOS», tiene 46 libros en el Antiguo Testamento y los
mismos 27 en el Nuevo Testamento.
La Biblia alude a ciertos libros perdidos, de
los cuales algunos fragmentos se han incorporado en el canon: el libro de las
batallas de Jehová (Nm
21.14), el libro de Jaser (Jos 10.13; 2 S 1.18), el libro de los hechos de Salomón (1 R 11.41), el libro de las historias de los reyes de
Israel (1 R 14.19), y el «midrás del libro de los reyes [de
Judá]» (2 Cr 24.27 BJ). Además, se menciona un libro de memorias
(por ejemplo, Éx 17.14; Esd 4.15), que pareciera ser el origen de la idea de un LIBRO DE VIDA.
HISTORÍA
DE LA BIBLIA
La colección de libros reconocidos y usados por la
iglesia cristiana como el registro inspirado de la revelación de Dios de sí
mismo y de su voluntad para la humanidad.
I. NOMBRES. La palabra “Biblia” viene del gr. biblia, plural de biblion, diminutivo de biblos (libro), de byblos (papiro). En tiempos antiguos se usaba el papiro para hacer el papel del que se fabricaban
los libros. Las palabras biblion y biblia se usan en el AT (LXX) y en los Apócrifos para las
Escrituras Daniel 9:2; 1 Mac. 1:56; 3:48; 12:9). Alrededor del
siglo V de la era cristiana, los Padres de la iglesia
griega aplicaron el término biblia a la
totalidad de las Escrituras cristianas. Más tarde la palabra
pasó a la iglesia occidental y, aunque
en realidad es un sustantivo plural neutro, llegó a usarse en el lat. Como femenino singular. Así, “Los Libros” se
convirtieron por consenso común en “El Libro”.
En el NT se refiere generalmente al AT como las
Escrituras (Mateo 21:42; 22:29; Lucas 24:32; Juan 5:39; Hechos 18:24). Otros
términos que se usan son Escritura (Hechos 8:32; Gálatas 3:22), las sagradas
Escrituras (Romanos 1:2; 2 Timoteo 3:15) y escritos sagrados (2 Timoteo 3:15
RSV, inglés).
El término plural biblia enfatiza el hecho de que la Biblia es una colección
de libros. El uso de la palabra en singular pone énfasis en la unidad de los
libros. El hecho de que ningún adjetivo calificativo se coloque antes del
término apunta a la singularidad de este libro.
Los nombres Antiguo Testamento y Nuevo Testamento
se han usado desde fines del siglo II de la era cristiana para distinguir a las
Escrituras judías y cristianas. El AT está compuesto por libros producidos por
escritores bajo el pacto de Dios con Israel; el NT contiene escritos de los
apóstoles (miembros del pueblo del nuevo pacto de Dios). El término Novum Testamentum se encuentra por primera vez en Tertuliano (190-220
d. de J.C.). “Testamento” se usa en el NT para traducir la palabra gr. diatheke (lat. testamentum) que en el uso clásico significaba “una voluntad”
pero en la Septuaginta y en el NT se usaba para traducir la palabra heb. berith (un pacto).
II. IDIOMAS. La mayor parte del AT fue escrita en heb., el
idioma hablado por los israelitas en Canaán antes de la cautividad babilónica.
Después del regreso del exilio, los hebreos le dieron entrada al arameo, un
dialecto relacionado que se hablaba por lo general en todo el sudoeste de Asia.
Unas cuantas partes del AT están escritas en arameo (Esdras 4:8—6:18; 7:12-26;
Jeremías 10:11; Daniel 2:4—7:28). El texto heb. Antiguo consistía solamente de
consonantes, ya que el alfabeto heb. No tenía vocales escritas. Los signos
vocales fueron inventados por los eruditos judíos masoréticos en el siglo VI de
la era cristiana y más tarde.
Excepto por unas cuantas palabras y frases, el NT fue compuesto en gr.
el idioma de la conversación común en el mundo helenístico. Los papiros encontrados
en Egipto han arrojado mucha luz sobre el significado de muchas palabras del
NT.
III.
DIVISIONES PRINCIPALES DE LA BIBLIA.
La Biblia posee dos grandes divisiones conocidas como Antiguo
Testamento y Nuevo Testamento. Los libros del Antiguo Testamento se escribieron
en un período de 1.000 años aproximadamente. El Antiguo Testamento nos narra la
preparación realizada para el advenimiento de Cristo.
El Nuevo Testamento se escribió en un período de más o menos 60
años. Esta parte de la Biblia nos narra la venida, vida y ministerio de Cristo,
así como el crecimiento de la iglesia primitiva.
UN
VISTAZO A LOS LIBROS DE LA BIBLIA Y SU CLASIFICACIÓN
ANTIGUO
TESTAMENTO
PENTATEUCO
O LEY: LIBRO Y RESUMEN
GÉNESIS: Creación y establecimiento de la
relación de pacto.
ÉXODO: Liberación del
pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto.
LEVÍTICO: Ley ceremonial.
NÚMEROS: El pueblo de
Dios vaga por el desierto.
DEUTERONOMIO: Moisés entrega
la Ley de nuevo antes de que el pueblo entre a la tierra prometida.
HISTORIA DE ISRAEL: LIBRO Y RESUMEN
JOSUÉ: Conquista y división de la tierra prometida.
JUECES: Varios jueces o líderes militares rescatan a la
nación de Israel.
RUT: Hermoso relato
sobre el amor y el cuidado de Dios.
1 Y 2 SAMUEL: La historia primitiva de
Israel que incluye los reinados de Saúl y David.
1 Y 2 REYES: Historia política de Israel concentrada en los
reinados de ciertos reyes desde el tiempo de Salomón hasta el cautiverio
babilónico del pueblo judío.
1 Y 2 CRÓNICAS: Historia
religiosa de Israel que abarca el mismo período de 2 Samuel y 1 y 2 Reyes.
ESDRAS: Regreso del pueblo judío
del cautiverio en Babilonia.
NEHEMÍAS: Reedificación de las murallas de Jerusalén
después que los cautivos regresaron de Babilonia.
ESTER: Cuidado de Dios hacia su pueblo bajo el dominio
gentil.
SAPIENCIALES: LIBRO Y RESUMEN
JOB: Evaluación de los
problemas del mal y el sufrimiento humano.
SALMOS: Libro de cantos o himnario del antiguo Israel.
PROVERBIOS: Dichos sabios
y observaciones creadas para fomentar conducta y actitudes apropiadas.
ECLESIASTÉS: Descripción
filosófica de lo vacía que es la vida sin Dios.
CANTAR DE LOS CANTARES: Canto de amor
que representa la belleza de una relación humana como símbolo del amor divino.
PROFETAS MAYORES: LIBRO Y RESUMEN
ISAÍAS: La principal profecía de condena y consolación
mesiánica.
JEREMÍAS: Mensaje de
juicio contra la moral de Judá y el deterioramiento espiritual.
LAMENTACIONES: Cinco poemas de lamento por
la caída de Jerusalén.
EZEQUIEL: Profecía de juicio durante
el cautiverio babilónico.
DANIEL: Libro de profecía sobre los
postreros tiempos.
PROFETAS MENORES: LIBRO RESUMEN
OSEAS: Mensaje de condenación a Israel seguido por el
perdón de Dios.
JOEL: Predicción de la invasión extranjera como
juicio de Dios.
AMÓS: Edictos de juicio contra las naciones, sobre
todo a Israel.
ABDÍAS: Libro que profetiza la destrucción total de
Edom.
JONÁS: Relato sobre
un profeta desobediente que llevó a Nínive al arrepentimiento.
MIQUEAS: Predicción de juicio y
promesa de restauración mesiánica.
NAHÚM: Profecía sobre la destrucción de Nínive.
HABACUC: Un profeta que discutió
con Dios y alabó su inminente juicio contra Judá.
SOFONÍAS: Predicción de juicio
destructivo seguida de tremenda bendición.
HAGEO: Llamado a reedificar el templo después que
regresan de Babilonia.
ZACARÍAS: Profecía mesiánica que llama a terminar la
construcción del templo.
MALAQUÍAS: Profecía de destrucción
seguida de la bendición mesiánica.
NUEVO
TESTAMENTO
EVANGELIOS:
LIBRO Y RESUMEN
MATEO: Se presenta a Cristo como el cumplimiento de la
profecía mesiánica del Antiguo Testamento.
MARCOS: Quizás el primero de los Evangelios, se centra
en el ministerio de Cristo.
LUCAS: La biografía más completa
sobre Cristo, enfocándose en su perfección y ministerio de salvación.
JUAN: El Evangelio más simbólico
que presenta a Cristo como el Hijo de Dios.
HISTORIA
DE LA IGLESIA PRIMITIVA: LIBRO Y RESUMEN
HECHOS: Historia de la
expansión de la iglesia primitiva.
EPÍSTOLAS
DEL APÓSTOL PABLO: LIBRO Y RESUMEN
ROMANOS: Explicación de la fe cristiana para judíos y
gentiles, dirigida a la iglesia en Roma.
1ª CORINTIOS: Instrucciones a la iglesia
en Corinto que lidia con problemas entre cristianos.
2ª CORINTIOS: Defensa de Pablo y explicación
de su apostolado.
GÁLATAS: Importancia de la necesidad de justificación
por fe antes que por obras.
EFESIOS: Carta a la
iglesia en Éfeso explicando la posición del creyente en Cristo.
FILIPENSES: Carta gozosa a
la iglesia en Filipos, relata la fe triunfante de Pablo durante su
encarcelamiento.
COLOSENSES: Consideración de la supremacía de Cristo,
escrita a la iglesia en Colosas.
1 Y 2 TESALONICENSES: Instrucciones a la iglesia en Tesalónica sobre la venida del Señor.
1 Y 2 TIMOTEO: Manuales de liderazgo para
el joven pastor en Éfeso.
TITO: Manual de conducta
cristiana para líderes de la iglesia, escrita a un joven pastor de Creta.
FILEMÓN. Petición por la unidad
cristiana y el perdón del esclavo fugado.
EPÍSTOLAS
GENERALES: LIBRO Y RESUMEN
HEBREOS: Presentación de Jesucristo como Sumo Sacerdote,
dirigida a los creyentes judíos.
SANTIAGO: Instrucciones prácticas para el cristianismo
aplicado.
1 PEDRO: Pedro consuela y anima a cristianos que sufren.
2 PEDRO: Advertencia de Pedro contra los falsos maestros.
1 JUAN: Recordatorio de Juan sobre
la plenitud de la humanidad de Cristo.
2 JUAN: Carta de aliento y
aprobación de Juan.
3 JUAN: Nota personal de aprecio de
Juan para Gayo.
JUDAS: Fuerte advertencia contra los falsos maestros.
APOCALIPSIS: Profecía de aliento sobre los días finales y el
triunfo definitivo de Dios.
IV. TEXTO. El texto de la Escritura ha llegado a nosotros en
un admirable estado de preservación. Hasta el invento de la imprenta a mediados
del siglo XV, todas las copias de las Escrituras fueron hechas a mano. Los
antiguos escribas judíos copiaron el AT con sumo cuidado. Los Rollos del Mar
Muerto, algunos de los siglos II y III a. de J.C., contienen tanto libros
enteros o fragmentos de todos los del AT, excepto uno (Ester); y dan testimonio
de un texto admirablemente semejante al texto heb. Dejado por los masoretas
(desde el año 500 d. de J.C. en adelante).
La evidencia de la confiabilidad del texto del NT
es concluyente e incluye cerca de 4.500 mss. gr., los cuales datan desde el año
125 d. de J.C. hasta la invención de la imprenta. Varias versiones, p. ej., la
Antigua Latina y Siriaca, se remontan cerca del año 150 d. de J.C... Existe
infinidad de citas de las Escrituras en los escritos de los Padres de la
iglesia, principiando con los fines del primer siglo. Entre los mss. Más
antiguos del NT gr. que han llegado a nosotros están: el fragmento del
Evangelio de Juan de John Rylands (c. 125); el Papyrus Bodmer II, un ms. del Evangelio de Juan que data de c. 200; el Chester Beatty Papyri, que consiste de tres
códices que contienen los Evangelios y Hechos, la mayoría de las Cartas de
Pablo y Apocalipsis, que datan desde c. 200; y los códices Vaticano y Sinaítico, ambos
escritos en 350.
V. CAPÍTULOS Y VERSÍCULOS. La Biblia originalmente no tenía caps. O vv. Por razón
de conveniencia para referencia, los judíos de los tiempos pretalmúdicos dividieron
el AT en secciones, como nuestros caps. Y vv. La división de caps. Que usamos
hoy la hizo Stephen Langton, arzobispo de Canterbury, quien murió en 1228. La
división del NT en sus vv. Actuales la encontramos por primera vez en una
edición del NT gr. publicado en 1551 por un impresor de París, Robert Stephens,
quien en 1555 también sacó una edición de la Vulgata que fue la primera edición
de la Biblia entera que apareció con nuestros caps. Y vv. actuales. La primera
Biblia en inglés que se dividió en esa forma fue la edición de Ginebra de 1560.
VI. TRADUCCIONES. El AT fue traducido al gr. (la LXX)
entre los años 250 y 150 a. de J.C., y poco después del principio de la era
cristiana aparecieron otras traducciones en gr. Al menos partes del AT fueron
traducidas al siriaco a principios del primer siglo de la era cristiana y una
traducción cóptica apareció probablemente en el siglo III. El NT fue traducido
al lat. Y siriaco en c. 150 y una cóptica en c. 200. La Biblia, completa o en partes, está ahora
disponible en más de 1.100 diferentes idiomas y dialectos.
VII. MENSAJE. Aunque la Biblia consiste de muchos libros
diferentes escritos durante un largo período de tiempo y por una gran variedad
de escritores, la mayoría de los cuales no se conocían unos a otros, tiene una
unidad orgánica que solamente puede explicarse asumiendo, como el libro mismo
lo reclama, que sus escritores fueron inspirados por el Espíritu Santo para dar
el mensaje de Dios al hombre. El tema de este mensaje es el mismo en ambos Testamentos,
la redención del hombre. El AT nos habla del origen del pecado del hombre y de
la preparación que Dios hizo para la solución de este problema a través de su
propio Hijo, el Mesías. El NT describe el cumplimiento del plan redentor de
Dios: los cuatro Evangelios nos hablan sobre la venida del Mesías; Hechos
describe el origen y crecimiento de la iglesia, el pueblo redimido de Dios; las
Epístolas dan el significado y la implicación de la encarnación; y el libro de
Apocalipsis muestra cómo algún día toda la historia será consumada en Cristo.
VIII: VERSIONES DE LA BIBLIA. En los primeros días del cristianismo, la única
Biblia conocida era la Vulgata latina, hecha por Jerónimo entre los años 383 y
405 d. J.C., y solamente el clero y los monjes podían leer lat. Fue Wycliffe
quien primero tuvo la idea revolucionaria de proporcionar al laico común la Biblia
en su propia lengua. Fue el primero en hacer accesible toda la Biblia en
inglés.
JOHN WYCLIFFE. Nacido en Yorkshire por el año 1320,
Wycliffe es una de las figuras más ilustres del siglo XIV. Prominente teólogo
de Oxford de su tiempo y ardiente reformador eclesiástico, se le llama la
“Estrella de la mañana de la Reforma”. Estaba convencido que la forma más
segura de vencer a Roma era poner la Biblia en las manos de la gente común y,
por lo tanto, decidió hacer accesible dicha traducción. Bajo sus auspicios, el
NT salió a luz en 1380 y el AT dos años más tarde. Un número de eruditos
trabajaron con él en el proyecto. Uno de sus colaboradores, Nicholas Hereford,
tradujo la mayor parte del AT. La traducción se hizo del lat., no de las
lenguas originales. Para ayudarle en sus esfuerzos de reforma, Wycliffe
organizó un tipo de orden religiosa de predicadores pobres, llamados lolardos,
a quienes envió por toda Inglaterra para predicar sus doctrinas y leer la
Escritura a todos los que deseaban escucharla. La historia relata que la gente
estaba tan ávida de leerla que daban una carga completa de heno por el uso del
NT por un día.
WILLIAM TYNDALE. William Tyndale, la otra gran figura en la historia
de la Biblia, nació por el año 1494 y estudió en Oxford y Cambridge. Poco
después de salir de Cambridge, mientras trabajaba como capellán y tutor, en una
controversia con un clérigo, dijo: “Si Dios me preserva la vida, antes de
muchos años lograré que un muchacho que conduzca un arado conozca más de la Escritura
que lo que usted conoce.” El obispo de Londres rehusó ayudar a financiar la
traducción, pero un rico mercader en telas de Londres vino en su ayuda. Después
de seis meses, en 1524, Tyndale salió hacia el continente luego de encontrar
demasiada oposición en su país. Nunca pudo volver a Inglaterra.
Parece que visitó a Lutero en Wittenberg y de allí
fue a Colonia donde encontró a un impresor para su NT. Al ser descubierto su
plan por un sacerdote, Tyndale se vio obligado a huir. En Worms encontró otro
impresor y allí, en 1525, se publicaron 3.000 copias del primer NT en inglés.
Por el año 1530 se habían publicado seis ediciones, con cerca de 15.000 copias.
Todas fueron introducidas de contrabando a Inglaterra, ocultas en pacas de
algodón, sacos de harina y bultos de lino.
Tan pronto como el NT de Tyndale llegó a
Inglaterra, tuvo una gran demanda: de los laicos para poder leerlo y de las
autoridades eclesiásticas ¡para destruirlo! Se emitió un decreto para su
destrucción. Los obispos compraron ediciones enteras para quemarlas. Como
resultado, solamente sobrevivieron unas cuantas copias imperfectas. El NT en
inglés de Tyndale fue traducido del texto gr., compilado y publicado por
Erasmo.
Tan bien hizo Tyndale su trabajo que la KJV
reproduce cerca del 90 por ciento de su traducción. Nunca terminó de traducir
el AT del texto heb., pues fue traicionado en Antwerp por un católico romano
inglés y condenado a muerte como hereje. Fue estrangulado y su cuerpo quemado
en la estaca. Sus últimas palabras fueron una oración: “Señor, abre los ojos
del rey de Inglaterra.” Aunque su NT fue quemado por la iglesia en enormes
cantidades, aumentó grandemente el apetito por la Biblia en inglés, apetito que
el gobierno empezó a ver la sabiduría y la necesidad de satisfacer.
MILES COVERDALE. Cuando Tyndale fue encarcelado en
Holanda, súbitamente apareció en Inglaterra una Biblia en inglés en 1535. Había
llegado del continente. La página del título afirmaba que había sido traducida
del alemán y el lat. Al inglés. Esta Biblia fue traducción de Miles Coverdale.
Sin embargo, la mayor parte de su versión no era otra cosa que una ligera
revisión del trabajo realizado anteriormente por Tyndale. Con todo, fue la
primera Biblia completa impresa en el idioma inglés. Coverdale usó el trabajo
de cinco diferentes traductores. Su versión de los Salmos todavía aparece en el
Libro de la Oración Común que se usa diariamente en el ritual de la Iglesia de
Inglaterra.
En 1537 aparecieron dos nuevas ediciones de la
Biblia de Coverdale y la página del título contiene las siguientes palabras
significativas: “Dada a conocer con la muy bondadosa licencia del Rey.” De modo
que, a un año de la muerte de Tyndale, se tradujo, imprimió y distribuyó toda
la Biblia, aparentemente con la aprobación real.
THOMAS MATTHEW. En 1537 apareció otra Biblia en
Inglaterra, ésta de Thomas Matthew (seudónimo de John Rogers, antiguo asociado
de Tyndale), quien fue quemado en la estaca por la reina María en 1555. Todo el
NT y como la mitad del AT son de Tyndale, en tanto que el resto es de
Coverdale.
En la página del título tenía las siguientes
palabras: “Dada a conocer con la muy bondadosa licencia del Rey.” Esta Biblia
tiene la distinción de ser la primera edición de toda la Biblia en inglés que
se imprimió en Inglaterra.
THE GREAT BIBLE. (La Gran Biblia). La siguiente Biblia que apareció fue una revisión
de la Biblia Matthew, hecha por Coverdale. La impresión se inició en París,
pero la Inquisición entró en acción y el trabajo se completó en Inglaterra.
Apareció en 1539 y se le llamó la Gran Biblia, por
causa de su enorme tamaño y costo. Las ediciones subsecuentes se llamaron
Biblia de Cranmer, por razón de un prefacio que él escribió para la edición. En
1538 se dictó una orden, cuando se estaba imprimiendo esta Biblia, para que una
copia de ella fuera colocada en cada iglesia en la tierra.
THE GENEVAN BIBLE (La Biblia de Ginebra). Con el ascenso al trono de
María en 1553, cientos de protestantes perdieron su vida, algunos asociados de
cerca con la traducción de la Biblia, como John Rogers y Thomas Cranmer.
Algunos reformadores ingleses escaparon a Ginebra donde la figura dirigente era
Juan Calvino. Uno de ellos, William Wittingham, quien se había casado con la hermana
de Calvino, produjo en 1557 una revisión del NT en inglés, el primer NT en
inglés impreso en tipo romano y con el texto dividido en vv. El y sus asociados
publicaron después una revisión de toda la Biblia en 1560, la Biblia de
Ginebra, o la Biblia Ceñidores (Entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron ceñidores, Génesis
3:7).
THE BISHOPS’ BIBLE. (La Biblia de los Obispos). La Reina Elizabeth,
quien sucedió a María Tudor como reina, restableció los arreglos de Eduardo VI.
Se volvió a colocar la Gran Biblia en cada iglesia y se estimuló a la gente a
leer las Escrituras. La excelencia de la Biblia de Ginebra hizo obvias las
deficiencias de la Gran Biblia, pero algunas de las traducciones de la Biblia
de Ginebra y las notas marginales la hicieron inaceptable para muchos clérigos.
El Arzobispo Parke, auxiliado por ocho obispos y algunos otros eruditos,
hicieron una revisión de la Gran Biblia, que completaron y publicaron en 1568 y
es conocida como la Biblia de los Obispos, pero no es tan popular como la
Biblia de Ginebra.
VERSIONES EN CASTELLANO. CASIODORO DE REINA hizo
la primera traducción completa de la Biblia en español, basada en las lenguas
originales (hebreo, arameo y griego) y fue publicada en 1569. No hay duda de
que su traducción del NT se valiera de alguna de las labores anteriores de
Francisco Enzinas, cuyo Nuevo Testamento apareció en 1543, y de Juan Pérez,
cuyo Nuevo Testamento apareció en 1556. Es conocida como la Biblia del Oso por
el grabado de un oso sacando miel de un panal, que se encuentra en la portada. Reina,
por su fe evangélica, fue perseguida en España, donde había comenzado la
traducción de la Biblia. Huyó a Inglaterra en 1557 y más tarde a Suiza y todavía
más tarde a Alemania, donde terminó su traducción. Y fue en Basilea, Suiza,
donde la publicación se realizara en septiembre de 1569.
CIPRIANO DE
VALERA, antiguo compañero de monasterio de
Reina, en España, revisó la traducción de Casiodoro, logrando publicar, en
Amsterdam, Holanda, el Nuevo Testamento en 1596 y la Biblia completa en 1602. A
veces su Biblia, en la edición original, es conocida como la Biblia del
Cántaro, por el grabado que lleva en su portada. Por muchos años la revisión de
Cipriano se conoció como la “Versión de Valera”.
Durante el siglo XX, gracias a los esfuerzos de las
Sociedades Bíblicas, la relación de la versión de Valera con la original de
Reina ha vuelto a establecerse y, por lo tanto, las revisiones más recientes de
esta versión evangélica de la Biblia se conocen como la versión Reina-Valera.
Ha llegado a ser la versión más ampliamente usada en todo el idioma español.
Esto se debe no solamente a los nuevos sistemas de distribución (la impresión
original fue tan sólo de 1.100 ejemplares), sino a su fidelidad a los textos
originales, a su claridad y su belleza del estilo literario.
Pero (como dijera Luis D. Salem en su artículo
alusivo en la Biblia de Estudio Mundo Hispano) el éxito de esta versión de debe
“a la elegancia, sencillez y actualidad de las oportunas revisiones a que la
dicha obra ha sido sometida a lo largo de sus cuatro siglos de existencia”.
Comenta además: en Las revisiones son para las obras literarias como las
operaciones quirúrgicas para el cuerpo humano: dolorosas, pero necesarias y
vivificantes.”
Salem, aparte de la revisión original de Valera,
menciona y da detalles sobre 14 diferentes revisiones entre los años 1708 y
1960. Aunque algunas de las revisiones han sido limitadas, otras, como la de
1909, introdujeron “unos 60.000 cambios de palabras y algo más de 100.000
cambios de ortografía y gramática”. También ha habido revisiones más recientes
en los años 1977 (publicación por CLIE); 1979 (publicación de la Compañía
Stampley); la Reina-Valera Actualizada (publicación de la Editorial Mundo
Hispano como Biblia completa en 1989); una publicación por la Sociedad Bíblica
Emanuel (en 1990); y una por las Sociedades Bíblicas Unidas (en 1995).
Otras traducciones evangélicas del Nuevo Testamento incluyen: El Nuevo Pacto,
publicado originalmente en 1858 y posteriormente por la Casa Bautista de
Publicaciones en León, México en 1916. La versión Hispano-Americana, publicada
originalmente en 1916, revisada en 1953 (como la versión Latinoamericana;
publicada más recientemente por Editorial Mundo Hispano como la versión
hispanoamericana, revisión de 1953.
La traducción de Pablo Besson, hecha en la Argentina y publicada allí
fraccionadamente entre los años 1912 y 1919; posteriormente por la Junta
Bautista de Publicaciones en Buenos Aires en 1948 y después por las Editoriales
Mundo Hispano y Palabra en 1981. El Nuevo Testamento Nueva Versión
Internacional, publicado por la Sociedad Bíblica Internacional, 1979; el Nuevo
Testamento “Nueva Vida”, publicado por la Editorial Mundo Hispano, 1980.
Otras traducciones evangélicas de la Biblia completa incluyen: la
Versión Moderna, traducida por el Dr. Henry B. Pratt, publicada por la Sociedad
Bíblica Americana en 1893. La versión popular, generalmente circulada bajo el título
“Dios Habla Hoy”, publicada por las Sociedades Bíblicas Unidas como Biblia
completa en 1979.
La Biblia de las Américas, publicada por la Fundación Lockman, como
Biblia completa en 1986. La Biblia al Día (la Santa Biblia en paráfrasis, que
sigue la metodología de la “Living Bible” en inglés); el Nuevo Testamento ha
sido circulado ampliamente bajo el título “Lo Más Importante Es el Amor”,
publicado originalmente por la Editorial Unilit y la Editorial Mundo Hispano en
1979.
Hasta mediados del siglo XX, las traducciones católicas de las Sagradas Escrituras
que más circulaban eran la Sagrada Biblia, de Felipe Socio de San Miguel
(publicada en España originalmente en 1793) y la traducción de Félix Torres
Amat y José Miguel Petisco (publicada en España por los años 1822 a 1824).
Ambas se basaban principalmente en la Vulgata latina. Desde mediados del siglo
XX ha habido numerosas versiones católicas del Nuevo Testamento y de la Biblia
completa. Y, en la mayoría, si no en todos los casos, las traducciones se han
basado en las lenguas originales en vez de la Biblia en la versión Vulgata en
lat.
Traducciones del Nuevo Testamento incluyen: El Nuevo Testamento versión
de Juan de la Torre, en español y gr., publicado en Alemania, pero bajo
auspicios de la Iglesia Católica Romana Argentina en 1909. El Nuevo Testamento,
traducción del Dr. Guillermo Júnemann, publicado en Concepción, Chile en 1928.
El Nuevo Testamento, traducción hecha por un grupo de profesores católicos y
publicados en Madrid, España por la Asociación para el Fomento de los Estudios
Bíblicos en España en 1954.
Y ha habido traducciones de toda la Biblia, dentro de la tradición
católica, por José Straubinger, en 1948; por Nácar y Colunga, en 1944; por
Bover y Cantera, en 1947; Por Fuenterrabía, en 1964; por Evaristo Martín Nieto,
en 1964; por Pedro Franquesa y José Solé, en 1966; por Magaña, en 1979; y por
Shokel y Mateos, en 1975. Todavía otras traducciones católicas han funcionado
bajo sus nombres o editoriales, como la Biblia de Jerusalén (1967); la Biblia
para Latinoamérica (1971); la publicación por Herder (1964); y la publicación
por Ediciones Paulinas (1964).
En general, las traducciones del siglo XX han hecho uso de los
descubrimientos recientes, tales como los Rollos del Mar Muerto, y una
comprensión aumentada del heb., para producir traducciones más precisas y más
claras. Su valor para quien realmente quiere entender el mensaje de las
Sagradas Escrituras es incalculable.
LIBROS APOCRIFOS. Hay 15 libros y caps. Interpuestos entre los libros
canónicos del AT en la antigua Biblia Vulgata lat. En las versiones actuales
los libros apócrifos generalmente se presentan como nueve libros separados. En
el Concilio de Trento (1546 d. de J. C.) la iglesia Católica Romana recibió
como canónicos todos los materiales adicionales incluidos en la Vulgata con excepción
de 1 y 2 de Esdras y la Oración de Manasés. Esa decisión se hizo en
contradicción a la mejor tradición aun de la misma iglesia romana, en reacción
a los reformadores, que reconocían sólo los libros que estaban en el canon de
los judíos (cf. esp.,
Josefo, Contra Apionem 1:8), el canon aprobado por el Señor Jesucristo.
Los siguientes libros se consideran Libros Apócrifos: 1 y 2 Esdras, Tobías,
Judit, Adiciones a Ester, Sabiduría de Salomón, Eclesiástico, Baruc, Epístola
de Aristeas, la Oración de Asarías y el Cántico de los Tres Niños, Susana, Bel
y el Dragón, la Oración de Manasés, y 1 y 2 Macabeos.
LIBROS APÓCRIFOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO. El término «apócrifos» significa «escondidos», y con él se
designaron los libros no destinados al uso general, porque se consideraba que
contenían verdades demasiado profundas para la mayoría, o porque se pensaba que
contenían errores o herejías. El empleo evangélico (protestante) de este
término, sin embargo, solo denota que estos libros no son canónicos, significado
que se remonta a Jerónimo.
ORIGEN: De acuerdo con la tradición atestiguada por Jerónimo, existen 14 ó
15 libros apócrifos. Todos se originaron en el período intertestamentario, que
va del siglo II a.C. al
siglo I d.C. Todos se escribieron originalmente
en hebreo o en arameo, excepto Sabiduría, Oración de Manasés y 2 Macabeos, y gozaron de gran popularidad entre la numerosa colonia judía de Alejandría. Casi todos se incluyeron en la
traducción griega del Antiguo
Testamento llamada → SEPTUAGINTA (LXX), que se
hizo en esa ciudad. Ello implica que estos judíos, en cierta forma, los consideraron revestidos de la
misma autoridad que los
demás libros del Antiguo Testamento.
CANONICIDAD: Sin embargo, los rabinos que se reunieron en el llamado Concilio
de Jamnia en 90
d.C. asumieron la tarea de fijar el → CANON de los libros
sagrados hebreos. Los criterios
empleados por los rabinos fueron los siguientes:
(1) Composición del libro en hebreo o Arameo.
(2) Antigüedad (por creerse que la profecía cesó con Esdras)
(3) Ortodoxia:
(4) Calidad literaria.
De acuerdo con estos criterios y otros factores, respecto a los
cuales solo podemos conjeturar, los libros apócrifos quedaron excluidos del
canon hebreo.
Sin embargo, la decisión de Jamnia no afectó a los cristianos de
los primeros siglos de nuestra era, puesto que su Biblia era el Antiguo
Testamento griego (LXX). Es cierto que ningún libro apócrifo se cita
directamente en el Nuevo Testamento; no obstante, los apócrifos parecen haber
influido directa o indirectamente en algunos escritos neotestamentarios: cf. Mt
11.28–30 con Ecl 24.25–31; Mt 9.17 con Ecl 9.15; Lc 12.6–20 con Ecl 11.14–20;
Ro 1.19–20 con Sb 13.1–9; Ro 9.21 con Sb 15.7; Heb 1.3 con Sb 7.26; Heb 11.35
con 2 Mac 6.18–9.28.
Muchos padres de la iglesia antigua citaron estos libros sin
reconocerlos como parte de la Biblia cristiana. Cirilo de Jerusalén (m. 381) y
Jerónimo (m. 420) fueron más explícitos en distinguir los apócrifos de los
libros canónicos del Antiguo Testamento. En su prólogo a los libros de Salomón,
Jerónimo apunta que los apócrifos del Antiguo Testamento podían leerse para la
edificación, pero «no para confirmar la autoridad de los dogmas de la iglesia».
Los incluyó en el Antiguo Testamento de su versión latina de la Biblia (la
Vulgata), pero señaló en los prólogos los libros que no se hallaban en el canon
hebreo.
EVALUACIÓN PROTESTANTE. En el siglo XVI, Lutero y otros reformadores emplearon el Antiguo
Testamento
hebreo, que no contenía los apócrifos. Conocían
los puntos de vista de Jerónimo y se alejaron de ciertas doctrinas que la iglesia de Roma basó en los
apócrifos. En su versión
alemana del Antiguo Testamento (1534), Lutero
juntó los apócrifos, dispersos a través de la Vulgata, en una sola sección. Los colocó después del Antiguo
Testamento y los
encabezó con las siguientes palabras:
«Apócrifos. Libros que no son tenidos por iguales a la Sagrada Escritura, pero cuya lectura es útil y buena». Otras
traducciones protestantes
de la Biblia a las lenguas vernáculas siguieron
el ejemplo de Lutero, incluyendo la Biblia del Oso, de Casiodoro de Reina (1569).
Frente a esta actitud, la iglesia de Roma decretó, en el Concilio
de Trento (1546), que quienes no reconocieran como sagrados y canónicos todos
los libros contenidos en la Vulgata estaban «anatematizados». Libros como 1 y 2
Esdras y la Oración de Manasés, no incluidos en la lista de doce escritos
declarados como canónicos en Trento, se publicaron más tarde en letra pequeña,
a modo de apéndice, en la edición clementina de la Vulgata (1592). Debe
observarse que los católicos romanos se refieren a los apócrifos como libros
«deuterocanónicos», sin que ello implique menoscabo de su inspiración y autoridad.
En el artículo sexto de los «Treinta y nueve artículos de la
religión», la iglesia anglicana recomienda la lectura de los apócrifos «por
motivo del ejemplo de vida y la instrucción en las costumbres, pero no los
emplea para establecer doctrina alguna».
La Confesión de Westminster (1647), que ha sido autoritativa para
las iglesias presbiterianas (calvinistas) de habla inglesa, rechaza
categóricamente los apócrifos y los despoja de cualquier viso de autoridad. En
1827, la Sociedad Bíblica Británica, seguida por la Sociedad Bíblica
Norteamericana, decidió excluir los apócrifos en los ejemplares de la Biblia
publicados por ella.
Ningún evangélico, por cierto, equipara los apócrifos con los
libros canónicos. Sin embargo, los apócrifos constituyen un eslabón entre los
dos testamentos, sin el cual se dificulta notablemente la comprensión del Nuevo
Testamento, y puesto que formaban parte de la Biblia cristiana más antigua, los
apócrifos deben estudiarse.
EL
ORDEN DE LOS LIBROS APÓCRIFOS: Los libros individuales apócrifos del Antiguo Testamento se
organizan en orden alfabético en la subsiguiente artículo. Pero aquí está el orden en el cual
generalmente se organizan estos 15 libros en las Biblias que contienen los apócrifos.
1. Primer libro de Esdras.
2. Segundo libro de Esdras.
3. Tobías.
4. Judit.
5. Adiciones a Ester.
6. El libro de la Sabiduría.
7. Eclesiástico o Sabiduría de Jesús, el hijo de Sirac.
8. Baruc.
9. La carta de Jeremías.
10. La oración de Azarías y el cántico de los tres jóvenes.
11. Susana.
12. Bel y el dragón.
13. La oración de Manasés.
14. Primer libro de los Macabeos.
15. Segundo libro de los Macabeos.
DESCRIPCIÓN: A continuación damos un resumen del carácter, el contenido y la
fecha de
composición de los apócrifos (de los cuales los
números 1, 2 Esdras y La oración de
Manasés no se imprimen en las Biblias
catolicorromanas).
1.
PRIMER LIBRO DE ESDRAS (3 Esdras en la Vulgata) Es una traducción y compilación de 2 Cr 35.1–36.21, aumentada por
la adición de un pasaje largo (3.1–5.3). Relata cómo Zorobabel obtuvo de Darío
la autoridad y los fondos para reanudar la reconstrucción de los muros de
Jerusalén y del templo. Se supone que fue escrito después del 150 a.C.
2.
SEGUNDO LIBRO DE ESDRAS (4 Esdras en la Vulgata) Es un libro apocalíptico que contiene en los caps. 3–14 siete
visiones al parecer otorgadas a Esdras en Babilonia durante el siglo VI a.C. El
autor está obsesionado por la razón del mal y del sufrimiento humano y procura
justificar ante los hombres los caminos de Dios. El autor de estos caps. Fue un
judío desconocido que quizás escribió en arameo hacia fines del siglo I d.C.
Los caps. 1, 2 y 15, 16 son adiciones posteriores de dos autores cristianos.
3.
TOBÍAS: Es un relato popular y edificante. El ángel
Rafael soluciona los problemas de Tobit y de Sara, dos judíos piadosos, por mediación de Tobías, hijo de
Tobit. El libro destaca los deberes con los muertos y el consejo de dar limosna. Apareció en
el siglo II a.C.
4.
JUDIT: Relata cómo una bella viuda judía, Judit, le
cortó la cabeza a Holofernes, comandante asirio que sitiaba la ciudad de Betulia, y así salvó a los
israelitas. La historia está repleta de errores y dislates históricos y geográficos que tal vez
introdujo adrede el autor para centrar la atención en el drama religioso que constituye el fondo
del relato. Es probable que el libro se escribiera en hebreo, alrededor del 100 a.C.
5.
ADICIONES A ESTER: En el siglo I o
II a.C. un tal Lisímaco (11.1) tradujo el texto hebreo de Ester al
griego. En seis lugares distintos de la
narración griega, él, u otro autor, introdujo pasajes
que no se hallan en el texto hebreo y que suman
107 versículos. Todas estas adiciones, menos una, mencionan el nombre de Dios (recuérdese que el texto
masorético no se refiere ni una sola vez a Dios). En la Vulgata estas adiciones se
agregan al final del texto canónico, pero en la Biblia de Jerusalén están intercaladas en
letra cursiva en los lugares correspondientes al texto canónico.
6.
EL LIBRO DE LA SABIDURÍA: Aunque insinúa
que su autor fue Salomón, en realidad lo escribió en griego un judío
helenizado, quizás de Alejandría, entre 100 y 50
a.C. El autor parece tomar en cuenta diferentes clases de lectores: judíos tibios y apóstatas (caps. 1–5)
y judíos fieles pero desanimados por las persecuciones (caps. 10–12 y 16–19). A
posibles lectores gentiles les ofrece una apología a favor de la verdad del judaísmo y señala
la insensatez de la idolatría (caps. 6–9 y 13–15). Recalca la creencia en la
inmortalidad del alma (rasgo típicamente helenista) y ensalza el papel de la sabiduría, que se
identifica con Dios en el gobierno del mundo (7.22–8.1).
7.
ECLESIÁSTICO: Se escribió en hebreo en
190 ó 180 a.C. por un judío de Palestina llamado Jesús (en
hebreo, Josué), hijo de Sirac (50.29). Unos
cincuenta años después el nieto del autor llevó un ejemplar a Egipto, donde lo tradujo al griego (véase el
Prólogo). Este libro recalca que la sabiduría es la ley que Moisés proclamó (24.33, 34).
Una recopilación muy variada de máximas la encontramos en 1.1–42.4. Aquí se
ensalzan sobre todo la prudencia y la autodisciplina. Es muy conocido el «elogio de los
hombres ilustres» (44.1–50.21), que empieza con Enoc y termina con el sacerdote
Simón II (220–195 a.C.).
8.
BARUC: Se atribuye al escribano de Jeremías. El libro
contiene una oración de confesión y de esperanza (1.15–3.8), un poema que alaba la sabiduría (3.9–4.4) y
una pieza profética (4.5–5.9) donde el autor anima a los cautivos con la esperanza de su
regreso del cautiverio. Es posible que en realidad el libro haya tenido dos o
más autores; el más reciente de ellos tal vez vivió poco antes o después de la era
cristiana.
9.
LA CARTA DE JEREMÍAS: Aparece en la
Vulgata y demás traducciones catolicorromanas como el cap. 6 de
Baruc. Pero la LXX conserva aparte esta carta.
Se trata de una diatriba que ridiculiza la idolatría crasa de Babilonia. Se desconocen la identidad y la
fecha del autor.
10.
LA ORACIÓN DE AZARÍAS Y EL CÁNTICO DE LOS TRES JÓVENES: Es una adición hallada en la versión griega y latina de Daniel,
colocada entre 3.23 y 3.24 del texto canónico (donde se halla también en las
traducciones catolicorromanas). Posiblemente se escribió en hebreo entre los siglos II y I a.C. El
cántico de los tres jóvenes sigue usándose en varias liturgias modernas (p. ej., en la
anglicana y en la luterana) con el título de Benedicite.
11.
SUSANA: Es una historia de tipo «detectivesco» en que Daniel pone al
descubierto las falsas acusaciones que dos ancianos lascivos lanzaron contra Susana,
mujer judía muy virtuosa y bella. En la Vulgata se agrega al último capítulo de Daniel (en
las demás traducciones catolicorromanas figura como el cap. 13 de Daniel). El autor es
desconocido y el relato se compuso durante los dos siglos anteriores a la era cristiana.
12.
BEL Y EL DRAGÓN: Es otra
historia de tipo «detectivesco» dirigida contra la idolatría. Daniel descubre
los ardides de los sacerdotes del ídolo Bel y después mata a la
serpiente adorada por los babilonios. Por segunda vez lo echan al foso de los leones y lo
salvan. El autor, la fecha y el lugar de composición se desconocen. La Vulgata también anexa
esta adición al libro canónico de Daniel y en las otras traducciones catolicorromanas
figura como el cap. 14 de Daniel.
13.
LA ORACIÓN DE MANASÉS: Es una plegaria en que Manasés confiesa con humildad sus muchas
transgresiones y pide perdón a Dios. Probablemente se compuso para insertarse en 2
Cr 33.12, 13, 18. Se escribió en griego, tal vez ya comenzada la era cristiana.
Aunque no forma parte del censo de los libros canónicos adoptados en Trento, se incluye casi
siempre en un apéndice de la Vulgata. Que se sepa, no existe traducción
castellana.
14.
PRIMER LIBRO DE LOS MACABEOS. Es de alto valor histórico. Destaca la resistencia a los esfuerzos
de Antíoco Epífanes IV de Siria por erradicar la religión judía y por helenizar a los
judíos, y relata las hazañas de los hermanos Judas Macabeo, Jonatán y Simón, durante las
invasiones de los sirios y las peripecias históricas ocurridas entre 175 y 134 a.C. El autor
fue un judío de Palestina que escribió en hebreo alrededor de 100 a.C., pero el texto hebreo
se ha perdido.
15.
SEGUNDO LIBRO DE LOS MACABEOS. Es un resumen de una obra de 5 tomos escrita por Jasón de Cirene
(2.19–32). El libro trata de la historia de los judíos entre 175 y 160 a.C. El
estilo es exhortatorio y el fin es agradar y edificar (2.25; 15.39). El autor escribió para los
judíos de Alejandría, con el fin de despertar en ellos un interés por el templo de
Jerusalén. El libro da por sentado la fe en la resurrección de los justos y recomienda la oración y
el sacrificio de expiación por los difuntos (12.41–46). Tiene mucho menos valor histórico que
1 Macabeos. Se escribió en griego entre 124 a.C. y 70 d.C.
LIBROS
APÓCRIFOS DEL NUEVO TESTAMENTO: Obras que, aunque pretenden
dar información acerca de Cristo y los apóstoles, o incluso estar escritas por estos,
se excluyen del → CANON del Nuevo Testamento.
Se consideran distintas de la literatura patrística (también extracanónica), de
la cual algunos escritos gozaron de gran popularidad en ciertas iglesias
durante los primeros dos siglos; p. ej., el Pastor de Hermas, la Didajé y Las epístolas de «Bernabé»,
Clemente de Roma, Ignacio y Policarpo. Más bien, los libros apócrifos nacieron
principalmente de la curiosidad y piedad populares, y su orientación teológica
delata su procedencia gnóstica (→GNOSTICISMO). En su mayoría, se escribieron en griego. Solo de
algunos se conserva el texto completo; para otros dependemos de citas en
escritos posteriores.
EVANGELIOS APÓCRIFOS: Preocupados por las lagunas en las narraciones canónicas, algunos
autores de los
siglos II a IV, a veces evidentemente heréticos,
las rellenaron con episodios pintorescos.
Estos escritos casi nunca merecen el nombre de → EVANGELIOS,
porque su género literario es muy diferente. El Evangelio de los hebreos procede de Siria, de judeocristianos que conocían nuestro Mateo
canónico. Más heterodoxo todavía es el Evangelio de los egipcios, que incluye un diálogo entre Cristo y Salomé sobre el repudio de
toda relación sexual.
Entre los papiros se han hallado varios fragmentos, como el Evangelio de Tomás (véase abajo) y el Evangelio desconocido (Papiro Egerton 2), que data del año 100. Se han descubierto documentos que subrayan la pasión (Evangelio de Pedro y el de Nicodemo) y exageran lo
milagroso. Otros describen la infancia de Jesús (Protoevangelio de Santiago, Evangelio [árabe] de la infancia del Salvador, etc.) y multiplican
puerilmente los prodigios hechos por Jesús. Además, hay evangelios menos importantes que se llaman de los doce apóstoles, de Matías, de Judas, de Bartolomé, etc.
En Jenoboskion (Egipto) se descubrió en 1945 una biblioteca de
literatura gnóstica (Nag Hammadi) escrita en copto, la cual brindó tres
documentos de gran valor: el Evangelio de la verdad, escrito en Roma ca. 140 d.C., que
medita enigmáticamente sobre la redención; el Evangelio de Tomás, procedente de Siria, que da 114 dichos de Jesús gnostizados; y el
Evangelio de Felipe, en el que se rechaza enfáticamente todo lo sexual. El cotejo de
estos libros con los canónicos es un estudio útil que llevará muchos años
todavía.
HECHOS APÓCRIFOS: Para satisfacer la curiosidad popular respecto a la suerte de los
apóstoles (sus
milagros, viajes y martirio) algunos cristianos
de siglos posteriores rellenaron las lagunas del libro de Hechos. El resultado
incluye ciertos datos de innegable valor, pero los hay también netamente fantásticos, de tendencia apologética y
herética. Dignos de mención
son: Hechos de Pedro, de Pablo, de Andrés,
de Juan, de Tomás, etc., Predicación de Pedro y Romance (Pseudo Clementino).
EPÍSTOLAS APÓCRIFAS: Aun durante la vida de Pablo hubo falsificadores de su firma (cf.
2 Ts 3.17), pero en
los siglos II y III esta literatura
seudoepigráfica llegó a su apogeo, sobre todo en Siria y Egipto. A veces sus autores procuran acreditar aparentes
privilegios de determinadas
iglesias; otras veces pretenden suplir epístolas
apostólicas, ahora perdidas. Títulos de interés son: Correspondencia entre Cristo y Agbar rey de Edesa,
Epístola de los
apóstoles,
Tercera de corintios, Epístola a los laodiceos y Correspondencia entre Pablo y Séneca.
APOCALIPSIS APÓCRIFOS: Todo el aparato apocalíptico (→ APOCALIPSIS) de visiones,
arrebatos y apariciones
angélicas está presente en estas obras. En
ciertos sectores el Apocalipsis de Pedro gozó de reputación canónica en el siglo II; en menos valor se tuvieron
los Apocalipsis de Pablo, de Juan (no canónico), de Tomás y Esteban y de María.
El análisis de estos libros es una tarea delicada; el cristiano
que busca en ellos datos genuinos de la → TRADICIÓN, tropieza con
mucho material ficticio y espurio sin valor alguno para la sana doctrina y
edificación de la iglesia.